martes, 19 de diciembre de 2023

PASIÓN LATINA

PASIÓN LATINA

EL PASAPORTE 

 

 

Levantó la persiana. El día había amanecido gris. Alzó los ojos y miró los nubarrones que surcaban el cielo empujado por el aire, mientras las hojas enrojecidas por el orín caían con cadencia, como si aún no se hubiesen desperezado del sueño estival.

La meteorología, siempre inconstante, decidió aquella tarde aparecer con el mismo ropaje llevándole el recuerdo que con tanto empeño deseaba borrar de su mente.

Cuando las primeras gotas se deslizaron por el cristal, supuso que eran las lágrimas que derramaba el verano por abandonar su reinado y el primer trueno, el grito de protesta.

No protestó ni lloró ese, ya lejano atardecer, cuando la mujer envuelta en un abrigo gris conjuntada con la climatología llamó al timbre.  

Nunca había hablado con ella. Sin embargo, tenía una opinión preconcebida, que no era precisamente agradable.

En esos días la consideró una zorra. Una maldita puta cuyas artes no podían engañarla del mismo modo que lo había hecho con el imbécil de su marido. ¡El muy cabrón! Como todos los hombres tenían el cerebro entre las piernas. ¡Ni tan siquiera se había dado cuenta que su próximo abandono significaba su liberación!

En Julián ya no quedaba nada de ese muchacho del que se había enamorado. El frío invierno había cubierto los senderos soñados bajo un glaciar que ni siquiera el sol más tórrido lograba fundir.

El guión de su matrimonio, concebido por el mejor de los dramaturgos, quedó destrozado por culpa de los actores, y el telón estaba a punto de caer, y nadie aplaudiría. Se quedaría sola ante el anfiteatro que se reiría de su actuación. Sería una actriz sin papel, sin director.


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